Estrella negra (homenaje a David Bowie)

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               Ya no sé si él se reinventaba cada cinco minutos o si el mundo es una pelota que pese a su constante movimiento está quieta por dentro. No sé si Ziggy Stardust era un alter ego de David Robert Jones o era precisamente al revés (me gusta creer lo segundo). No sé si era un cantante que actuaba o un actor que cantaba. No sé si murió hace justo un año o fue tan sólo otro truco. Quizás reaparezca una vez más transformado en algo que tardemos mucho tiempo en comprender y al levantarse nuevamente el telón veamos intacto un concepto idealizado de él mismo que flotaba previamente en nuestra cabeza. Quizás.

                Bowie era un alienígena con vicios terrenales. Vino a visitarnos y le pareció divertido lo que vio, tuvo trato hasta altísimas horas de la madrugada humana con seres de este planeta como Lou, como Iggy o como Freddie, fumó, bebió y sucumbió a sus instintos, pero siempre desde su altura de ser místico, rodeada su figura de un halo de misterio que dejaba tras de sí una estela de confusión. No existe lo que no se comprende.

                Estas líneas ya son viejas porque describen a un hombre capaz de ser varios hombres que a su vez evolucionan para convertirse en otros hombres, el propio concepto “hombre” resulta reduccionista para describir al impulsor de la androginia. Etiquetar a Bowie es un acto ridículo y mortal, juzgarlo por sus comportamientos o por sus palabras es demasiado osado. Él estaba siempre veinte años por delante de su observador y aún así lograba convencerlo sin mostrar, por otra parte, ninguna ansiedad por conseguirlo.

                Libertino, excéntrico, raro y loco dejaron de ser insultos a golpe de performance e integridad. Se ganaba el respeto en el escenario porque sólo se sentía realmente importante encima de él, llegó un tiempo en que no distinguía entre sí mismo y sus personajes, entre la cocaína y el zumo de naranja, entre los espejos y las maldiciones. Catedrático de la desaparición y el disfraz, camaleón, duque blanco, estrella negra.

                Habrá que esperar varios lustros para comprobar la verdadera importancia de su legado y para descifrar el mensaje de un alma del futuro que tuvo la delicadeza de intentar comprender a los que no podían comprenderla. Se fue, (aunque no descartaré nunca que vuelva) y él sabía que se iba mientras estaba grabando su última obra, “Blackstar”, en la que seguramente dejó escondidos los planos para llegar a las estrellas, donde me consuela soñar que nos espera, paciente y consciente de que a pesar de nuestra rudimentaria capacidad para imaginar, somos los habitantes de un planeta en el que una vez fue feliz.

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Starman, David Bowie, 1972

Adiós amor.
No sabía qué hora era.
La luz era tenue.
Me recosté escuchando la radio.
Un tipo estaba tocando Rock & Roll
muy emotivamente.
Entonces, el fuerte sonido
empezó a apagarse poco a poco.
Volvió como una voz lenta en una onda de la fase.
No eran DJs. Era un confuso jazz cósmico.

Hay un hombre de las estrellas,
esperando en el cielo.
Quiere venir, y conocernos.
Pero cree que ha reventado nuestras mentes.
Hay un hombre de las estrellas, esperando en el cielo.
Nos ha dicho que no lo hagamos explotar.
Porque sabe que merece la pena.
Me ha dicho:
Deja a los niños perderlo.
Deja a los niños usarlo.
Deja a los niños bailar (boogie).

Tenía que telefonear a alguien, así que te escogí a ti.
Oye, está muy lejos, así que lo oirás también.
Enciende la tele, que lo sacaremos en el canal 2.
Mira a través de la ventana. Puedo ver su luz.
Si podemos hacerle señas, podría aterrizar esta noche.
No se lo digas a tu padre, o nos encerrará asustado.

Hay un hombre de las estrellas, esperando en el cielo.
Quiere venir, y conocernos.
Pero cree que ha reventado nuestras mentes.
Hay un hombre de las estrellas, esperando en el cielo.
Nos ha dicho que no lo hagamos explotar.
Porque sabe que merece la pena.
Me ha dicho:
Deja a los niños perderlo.
Deja a los niños usarlo.
Deja a los niños bailar (boogie).

El hombre de las estrellas, esperando en el cielo.
Quiere venir, y conocernos.
Pero cree que ha reventado nuestras mentes.
Hay un hombre de las estrellas, esperando en el cielo.
Nos ha dicho que no lo hagamos explotar.
Porque sabe que merece la pena.
Me ha dicho:
Deja a los niños perderlo.
Deja a los niños usarlo.
Deja a los niños bailar (boogie).

La, la, la, la, la, la…

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